Euskal Memoriako blogak

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Los hermanos Cervi y la foto de sus viudas

2018-10-12

Nekane Iturregi Aio - Periodista y bloguera

La de los hermanos Cervi es una historia hermosa y desgarradora a la vez. Una historia con un final terrible que comienza como un bonito cuento sobre los progresos de una familia de campesinos laboriosos, emprendedores y con conciencia de clase. Un padre, Alcide Cervi, una madre, Genoeffa Cocconi, dos hijas –Rina y Diomina- y siete hijos –Gelindo, Antenore, Aldo, Ferdinando, Agostino, Ovidio y Ettore- que, desde el catolicismo practicante llegan a militar en  el antifascismo combatiente. Es el relato  de una ambición personal y colectiva por mejorar las condiciones de vida propias y del resto de los labriegos mediante la lectura, el aprendizaje, la modernización de los modos de producción agrícola –suyo fue, en 1939, el primer tractor de la comarca- y el trabajo cooperativo. (Eran campesinos que no se contentaban con sobrevivir, querían mejorar sus condiciones de vida). Pero, sobre todo, es la historia de una ejecución.  Del fusilamiento, por venganza, de los siete hermanos varones y del compañero Quarto Camurri, en la madrugada del 28 de diciembre de 1943.

Los Cervi vivían en la provincia de Reggio Emilia, en la región de la Emilia Romagna. Durante la II Guerra Mundial se unieron a la resistencia partigiana, realizaban acciones de sabotaje y daban cobijo en su granja de Campirossi a soldados huidos. Cuando los fascistas rodearon su casa, en la madrugada del 25 de noviembre, con la intención de arrasarla, además de los Cervi se encontraban allí escondidos combatientes de varias nacionalidades (el ruso Anatolij Tarassov, los sudafricanos John David Bastiranse y John Peter De Freitas, el irlandés Samuel Boone Conley…). Diez niños y cinco mujeres, una de ellas embarazada, completaban el grupo de personas que estaban en casa Cervi en el momento del asalto.

Los fascistas se llevaron presos a todos los hombres. A los soldados aliados los repartieron por diferentes destinos; los Cervi –padre e hijos- fueron enviados a la cárcel de San Tommaso, de donde solo el padre saldría vivo. Un atentado contra un cargo fascista ocurrido unas semanas después fue el detonante para que la represalia mostrara su rostro más vengativo. Sin juicio de ningún tipo, sin aviso ni publicidad, los siete hermanos fueron ejecutados el mismo día. Con edades comprendidas entre los 42 y los 22 años, cada uno tenía un nivel de compromiso y unos anhelos diferentes pero quedaron unidos para la historia por tan injusto final.

Lo que quedó de la familia Cervi tras la matanza de los fascistas. Fotos: gazettadiparma.it

El bando en el que luchaban ganó la guerra. Gracias a eso, -y a sus viudas y descendientes - hoy en día existe un legado Cervi. Hay calles en memoria de los hermanos en diferentes ciudades italianas. Centros escolares llevan su nombre. Un museo http://www.istitutocervi.it/museo-cervi/ ocupa la que fue la granja familiar. Se organizan visitas guiadas para estudiantes y cada año, el 25 de abril, día de la Liberación, personalidades y gente corriente se dan cita en Gattatico para conmemorar, en su nombre, la historia del movimiento antifascista. Incluso, hay una película (https://www.filmaffinity.com/es/film388311.html) y una canción https://www.youtube.com/watch?v=d5zQ_ZRZRm0 en su recuerdo.

Supe de los Cervi en un viaje a Emilia Romagna. La historia me impresionó por lo nítidamente que muestra la crueldad de la guerra: la decisión fría y calculada sobre la vida y la muerte de personas que han sido tus vecinos, la ejecución premeditada de todos los miembros varones de una familia… Un horror. Pero, curiosamente, lo que más me impactó, una vez asimilé el suceso, fue el después. La fotografía de los supervivientes. Hay una imagen, en blanco y negro, en la que aparecen cuatro mujeres enlutadas, un viejo y once criaturas. Es posterior a otra en la que se ve a la familia Cervi de los inicios –hermanos, padre, madre- La madre murió a los pocos meses de que le asesinaran a los hijos. Las hermanas supongo que siguieron su propio camino con sus respectivos maridos. Lo que quedó del núcleo familiar que gestionaba la explotación agraria Cervi, los que sobrevivieron al desigual combate y tuvieron que pelear contra el hambre y la penuria hasta el final de la guerra, en 1945, los que mantuvieron el recuerdo de la injusticia fueron ese viejo, esos niños, esas mujeres… Echo de menos una película con sus vidas, una canción que las encumbre. Me gustaría saber más de sus vivencias, de sus soledades, de su desesperación.

Todas las guerras son diferentes pero todas se parecen. La foto de las viudas la he visto antes, mucho más cerca, mucho más escondida. Es el retrato de las ausencias. ¿Cuántas familias Cervi hay entre nosotros? ¿Cuántos apellidos repetidos entre los hijos muertos, represaliados, exiliados? ¿Cuánto sufrimiento silenciado aún hoy? Porque los museos, no lo olvidemos, solo se permiten a los vencedores. En eso, los Cervi tuvieron suerte. ♦