Euskal Memoriako blogak

Euskal Memoriako blogak

Nombres para recordar: Inaxi Zeberio Arruabarrena

2017-10-25

Joseba Zabalza - Fotógrafo

“Por la mañana, cuando íbamos de camino a Donostia a realizar una visita médica, escuchamos en la radio del coche que se había producido un tiroteo en Gernika entre un comando de ETA y la Ertzaintza. Al regresar, a la altura de Galarreta, encendimos la radio y escuchamos en Egin Irratia el perfil que daban de la persona que había muerto. Cinco minutos más tarde dijeron que esa persona se llamaba Ina Zeberio. El camino de vuelta a casa se nos hizo muy largo, queríamos llegar a casa y no podíamos, nuestra madre estaba sola y queríamos avisarle lo antes posible” recuerda Kontxi, una de sus hermanas.

Eran alrededor de las dos y media de la madrugada cuando las fuerzas especiales de la Ertzaintza asaltaron la casa donde se albergaba el comando de ETA en el que estaba integrada Inaxi Zeberio Arruabarrena, de 35 años, y vecina de Lizartza. En el tiroteo que se originó, Inaxi murió en el acto. En la autopsia se contabilizaron 24 orificios de bala. Sus dos compañeros, Francisco Markez Zelaia e Iñaki Bilbao Gaubeka, resultaron detenidos, este último con diversas fracturas al saltar al patio interior de la vivienda intentando huir. Según la versión del entonces consejero de Interior del Gobierno vasco, Juan María Atutxa, la fallecida comenzó a disparar, hiriendo a un agente en el brazo y su reacción ante la Ertzaintza “fue la que la llevó a la tumba”. Lo que no explicó Atutxa fue si esposaron su cadáver siguiendo algún extraño protocolo, o simplemente “por precaución”.

Inaxi había nacido en Orexa, pero desde que tenía seis años vivía en Lizartza. Curiosamente, la casa, a la que la familia se mudó, había sido arrendada anteriormente por la familia de Bernardo Bidaola Atxega, Txirrita, miembro de ETA capturado, torturado y asesinado por la Guardia Civil en 1976, oriundo del mismo municipio. “La verdad es que es una casualidad, pero tanto Txirrita como Inaxi se criaron en el caserío Zulartetxe”, comentó Kontxi.

Ina estudió primaria, para después empezar a trabajar como criada en Tolosa. De allí fue a Donostia donde siguió un tiempo realizando labores domésticas en algunas casas. “Comenzó a trabajar en la herriko taberna de la Parte Vieja y siguió en la hostelería, en Gros y más tarde de cocinera en el diario Egin. Cuando aquel trabajo finalizó, volvió otra vez a trabajar por las casas”.

Hubo un viaje que marcó ka vida de Inaxi como persona y tal vez como militante. “Cuando terminó su trabajo en la herriko taberna se fue de brigadista a Nicaragua. Allí vivió alrededor de cuatro meses. Estuvo ayudando a construir casas, enseñando a cómo mejorar la dieta alimenticia para hacerla más saludable, impartió clases de leer y escribir para personas de todas las edades y también educación sexual y educación sanitaria. Trabajó mucho en el comedor rural y estuvo en los campos cosechando maíz y frijol. El nombre del asentamiento era Santa Rosa y, según nos contó, estaba en una zona muy castigada por la pobreza, porque no había casi nada y vivían en la miseria. Allí conoció a Justino, un niño con poliomielitis que se hizo muy amigo de mi hermana. Se ayudaban muchísimo entre ellos”, recuerda Kontxi.

Kontxi y Xabier, hermanos de Inaxi, delante del bloque de la calle Pablo Picasso de Gernika, donde la Ertzaintza acribilló a la miembro de ETA, en la madrugada del 5 de junio de 1998.

Tres años antes su muerte, Ina pasó a la clandestinidad. Era agosto del 1995. “Yo estaba embarazada de mi hija y mi hijo mayor tenía cuatro años cuando se marchó. Nuestro padre, que llevaba mucho tiempo enfermo, murió un año después, mientras estaba escondida. Justo a las tres semanas de que la asesinaran, a mi hermano y le operaron de un tumor que tenía en la cabeza. En la situación en la que estaba la familia, sin que yo diga demasiadas cosas, te puedes imaginar cómo nos afectó su muerte. Fue una noticia devastadora para todos. Ahora, al recordarlo, lo estoy expresando de una forma muy fácil, pero estuvimos tan afectados, que aún hoy en día no sabría que palabras usar para describirlo”.

Al enterarse de la noticia su familia partió hacia el hospital de Basurto para reconocer su cadáver. “Llegamos a Bilbao al mediodía y no nos dejaron ver su cuerpo hasta las diez de la noche. Instalamos la capilla ardiente en el salón de plenos del Ayuntamiento de Lizartza y por allí pasaron un montón de personas. El apoyo que recibimos de nuestros amigos, conocidos y la gente del pueblo nos ayudó muchísimo en aquel momento”.

“El domingo a la tarde se bajó el cuerpo a la plaza del pueblo y se hizo un homenaje al que asistieron tantas personas que no cabíamos en la plaza”. A continuación se llevó el cuerpo al cementerio a hombros de la familia, los amigos y los dirigentes de la Izqusierda Abertzale. “La multitud que estuvo en el homenaje nos acompañó hasta el cementerio, que está a un kilómetro del pueblo. Pasamos por una serrería donde estaban aparcados muchos coches particulares de la gente que vino. Al terminar el acto del cementerio nos dimos cuenta de que algunos tenían las ruedas pinchadas y de que los habían rayado”.

Tampoco la familia de Ina se libró de recibir amenazas. “Empezaron a llamarnos por teléfono a casa diciéndonos que habían sido ellos quienes la habían matado y que se alegraban de ello, que si tuvieran la oportunidad, la volverían a asesinar y otras frases por el estilo.  Así nos tuvieron durante más de un mes. También nos escribían cartas que nos enviaban desde Hernani firmadas por Fuerza Nueva o Inestrillas. Un día mi marido recibió en un sobre unas balas amenazándole directamente a él, que en aquel momento era el alcalde de Lizartza”.

La muerte de Ina se sintió mucho en Lizartza, donde era muy conocida. Todos los años, coincidiendo con el aniversario de su muerte, se realiza un sencillo acto y una ofrenda floral. En Gernika, lugar donde murió, el homenaje está prohibido por la Consejería de Interior del Gobierno vasco. Le gustaba mucho la naturaleza, pasear por el monte, pero también salir de marcha con los amigos. Uno de sus pasatiempos favoritos era mirar el cielo de noche y observar las estrellas”. ♦

[Extractado del volumen "Gogoan hartzeko izenak-Nombres para recordar", editado por Euskal Memoria Fundazioa]