Euskal Memoriako blogak

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Gernika 1937-2017: La presencia del Pasado

2017-03-17

Ingo Niebel - Periodista e historiador

El 80 aniversario del bombardeo de Gernika se acerca. Con compañeras y compañeros de la villa foral estoy intercambiando ideas. El pasado verano me invitaron a hablar sobre cómo los alemanes trataron el tema de Gernika después de la Segunda Guerra Mundial. Hice un repaso desde los juicios en Nuremberg hasta la carta del presidente Roman Herzog (1997), en la que estrechó su mano a los supervivientes en un gesto de reconciliación. Entre los dos hitos se hallan otras actividades que iban encaminadas en la misma dirección: la busca del padre Jesús Arana por un gesto de reconciliación en la República Federal de Alemania (RFA) a principios de los años ochenta. Fracasó con su proyecto porque el entonces gobierno socialdemócrata y liberal de Helmut Schmidt (SPD) estimaba más las “tradicionalmente buenas” relaciones con el Estado español.

 

Ante este fondo destacan un tanto más las iniciativas que han venido desde la sociedad civil de la RFA: los diputados ecologistas y pacifistas de Los Verdes, Petra Kelly y Gert Bastian, llevaron en 1987 el debate sobre el bombardeo de Gernika y sus consecuencias al Parlamento alemán y forzaron así al Ejecutivo del canciller Helmut Kohl (CDU) a posicionarse. Después de una década llena de promesas incumplidas y de una actuación vergonzosa, tanto por parte del Gobierno como también de algunos políticos, el Ejecutivo financió un polideportivo en la villa foral. Desde Berlín, la sindicalista Constanze Lindemann y su grupo habían subido la presión con un congreso sobre Gernika y los alemanes en 1997. Al final Herzog sacó con su misiva al Estado alemán de una situación embarazosa y zanjó este tema definitivamente.

Gernika destruida por la aviación germana. Foto Ahotsa.eus

Hoy por hoy también la investigación científica de la destrucción de Gernika como hecho histórico ha tocado fondo. Naturalmente pueden aparecer todavía algunas fuentes desconocidas, pero ya no cambiarán esencialmente el estado de la investigación. Después de mi ponencia surgió el debate sobre si los generales Francisco Franco o Emilio Mola habían dado la orden expresa de destruir la villa. A mí no me consta que exista documento alguno al respecto. Pero eso no significa que los dos generales sean “inocentes” del crimen perpetrado el 26 de abril de 1937, porque con su fallido golpe de Estado crearon las circunstancias políticas y militares en las que se cometieron este y muchos otros crímenes de guerra más. Además Mola, con el genocidio del 1% de la población navarra, sólo se diferenciaba en los medios de sus “Kameraden” alemanes de la Legión Cóndor. Dispongo de fuentes alemanas que muestran que cada bombardeo tenía siempre como objetivo causar el mayor impacto psicológico posible sobre la población civil. En Gernika lograron ese objetivo, además del táctico, que consistía en cerrar durante algunas horas el paso por una ciudad en llamas convertida en ruinas.

Aunque se pudiera profundizar el debate, a mí me parece ahora más importante ampliar el horizonte porque el 26-A marca un antes y un después en la historia de la localidad. Cabe preguntarse qué proyectos políticos, sociales e industriales se frustaron, no sólo por la destrucción y los muertos, sino también porque el fascismo español impuso su sistema político y su orden económico y social. Los construyó, literalmente hablando, sobre los escombros de la antigua Gernika. Y en este sentido “Gernika” es una variable que se puede reemplazar por cualquier otra localidad de Euskal Herria. Desde el punto de vista jurídico este nuevo orden duró hasta 1978, desde la óptica política y social tal vez mucho más. He aquí la presencia del Pasado, sobre la que vamos a hablar el 24 de abril en Gernika. ♦