Euskal Memoriako blogak

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La imagen premonitoria

2016-04-15

Joseba Zabalza - Fotógrafo

La imagen tiene una apariencia bucólica y pastoril, unos adolescentes, casi niños sonriendo a cámara. La chica lleva el pelo recogido, señal de que está realizando algún trabajo. A sus espaldas la construcción rústica se asemeja a las de las bordas donde se protege al ganado y se guardan las herramientas, el grano, la paja y los útiles de labranza. Parece cerrada aunque el agujero de la parte posterior deja pasar el aire y seguro que hay goteras. Los animales pastan cerca, la hierba alrededor está muy corta. 

Ella, podrían ser hermanos puesto que tienen unos rasgos parecidos, nariz y estatura similares, quizás mellizos, agarra por el hombro al chaval, un gesto claro de cariño, de confianza. Es tímida, necesita también de su apoyo, tímida pero no tanto. Sus piernas trazan un paso de baile, ensaya para el día de la romería...Hay complicidad entre ellos, se ve que se quieren. El chico, que viste de oscuro tiene el pelo cortado a machete. Parece una persona más segura, decidida, aunque no me queda claro si el que esconde detrás de esa sonrisa es un pilluelo...Sí, seguro, sus ojos le delatan, menudo bicho. Esa niebla del final, donde los arbustos se esconden en el horizonte me da algo de frío, pero no puede ser invierno. Van en mangas de camisa, sin calcetines. Las zapatillas sí que las conozco. Son las que llevábamos todos aquellos chavales que ahora tenemos la cincuentena. De la marca "de toda la vida" se podría decir. La foto es lo suficientemente vieja como para empezar a amarillear. Es la humedad y el óxido. También las fotografías envejecen, enferman. A esta ya le salieron arrugas. Su borde irregular, al gusto de una época delata su edad. Son como los dientes de una larga vida, tallados y tullidos por el uso. Sin embargo, la magia de conservar ese instante efímero permanece. En las imágenes los sujetos no envejecen. Estos muchachos jamás morirán mientras alguien les mire.

No, no me he olvidado un sólo momento de hacia dónde va una y otra vez nuestra mirada. El chaval nos está enseñando una imagen iconológica que enseguida reconocemos. Es un Cristo doliente, angustiado, con los ojos cerrados, mirándose hacia adentro, soportando el dolor, con la corona de espinas. No reconozco al autor, hay muy pocas referencias y muchas imágenes de la representación de aquella tortura, miles, quizás millones. Me pregunto una y otra vez: ¿Por qué está enseñando la imagen? ¿De dónde la ha sacado, quién se la dio? ¿Por qué no posar con un balón, un gato o un cromo de fútbol? ¿Me resulta sólo extraño a mí o es la representación de una época donde la tiranía de la religión y la iglesia llenaban todas las parcelas de la existencia? ¿Eran creyentes o simplemente es la ocurrencia del momento? Muchas preguntas para las que no tengo respuesta. Sólo sé que esta imagen es premonitoria puesto que tengo una información crucial que el lector desconoce.

El chico que vemos en la imagen es Joxe Arregi Izagirre. El 4 de Febrero del año 1981 fue detenido en Madrid por la Brigada Regional de Seguridad Ciudadana. Después de pasar 9 días incomunicado en la dirección General de Seguridad, fue enviado el día 12 al hospital penitenciario de la cárcel de Carabanchel, donde murió al día siguiente. Su cuerpo, fue devuelto a Zizurkil, su pueblo natal, en un ataúd con la orden expresa del Gobierno Español de que no se abriese. La decisión y valentía de algunos vecinos, que exhumaron su cuerpo después de enterrarlo y abrieron la caja para fotografiar el cadáver, amoratado,  machacado, destrozado y quemado constató lo que se sabía. A Joxe Arregi lo torturaron hasta la muerte. Cómo la imagen de aquel al que masacraron dos mil años antes, las huellas del sufrimiento de aquel muchacho en su cuerpo atormentado se han convertido en una imagen icónica de la represión y tortura en nuestro pueblo. •