Euskal Memoriako blogak

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La exhumación de Franco, ¿y qué más?

2018-10-05

Juan Mari Zulaika - Miembro de Goldatu

Por la expectación que ha despertado, la exhumación de Francisco Franco del Valle de los Caídos se presenta como el acto más destacado del actual Gobierno. Se está aplazando demasiado; espero que no sea ad calendas graecas. Pero en ningún caso supondrá la puntilla al franquismo.

Tan importante o más, sería rescatar del silencio y la ignominia los más de 32.000 cadáveres que el Régimen sepultó en el monumento. Fue a espaldas de los familiares, es decir, una desaparición forzada, masiva. Se habla de cunetas. Pese a su monumentalidad, la principal cuneta es el Valle de los Caídos. No vale decir que las sepulturas están destruidas, que son un caos. Tal hipótesis es lo más execrable y denigrante de este drama: arrebatados primero a las familias, se les quiere arrebatar también a la memoria. Semejante suerte no se les depara ni a los muertos en campo de batalla.

En el caso de Euskadi, se habla de mil cadáveres trasladados al Valle de los Caídos en los años 1959 y 1960. Un listado filtrado de la Sociedad Aranzadi, adelanta algunos nombres de los trasladados del cementerio de Derio, acompañados del número de registro y del número de columbario en que fueron depositados. Al menos en dos casos nos consta que los familiares están interesados en la búsqueda, como otras familias de Calatayud. ¿Cuántas familias siguen en la buena fe de que el antepasado terminó en el osario del cementerio local, desconociendo el verdadero destino? Admito que resulta un tema muy delicado para sembrar dudas a estas alturas, pero la verdad tiene que hacer su camino.

Un caso emblemático es el del cementerio de Hernani, donde han desaparecido los cuerpos de ocho sacerdotes fusilados, entre ellos, el conocido José Ariztimuño, Aitzol y más de 100 milicianos. ¿Cómo puede desaparecer tal número de cadáveres de un cementerio que se supone vigilado y protegido por la Iglesia y el Ayuntamiento, sin dejar rastro? Por no tener, no tenemos siquiera una hipótesis de trabajo que nos ayude a asimilar un hecho tan truculento.     

 Los restos de cerca de 1.200 soldados vascos se encontrarían en los columbarios. Foto: nuevatribuna.es

Quiero creer que habrá documentación, si no en los cementerios de origen, sí en el de destino. De momento, manejamos una información confusa y desigual. ¿En qué manos ha estado depositada la documentación? ¿Acaso en las de los benedictinos? Hay que exigir el acceso a ella. Por otra parte, ¿cuál es la situación de los columbarios o depósitos? ¿Está todo destruido o cabe recuperar algo? Urge realizar una investigación, una catalogación de su estado, su origen, relación de nombres, etc., que permita  reconstruir unas hipótesis y caminar hacia una solución que  depare verdad y justicia a las víctimas y sus familias. Sin estos previos, no cabe plantear una reconversión del siniestro lugar, ni  hablar  de reconciliación. Pedro Sánchez o quien sea el presidente futuro, no puede zafarse de esta responsabilidad. Así lo requieren la memoria y la justicia. 

Quien mantiene el trasunto del franquismo, no es la momia de Franco. Es una parte de la sociedad española, los restos del franquismo social, que han designado para sucesor de Mariano Rajoy a Pablo Casado, anclado en una ideología preconstitucional. Ignora las escasas vetas de apertura de la Constitución, en un intento desesperado de blindar la sacrosanta unidad española. Casado y Rivera emulan entre sí en el intento. No se sabe quién es clon de quién. Sacrifican de raíz la Memoria. De boquilla admiten la exhumación del Dictador, pero de hecho defienden el yugo de la identidad española, que es lo que motivó a Franco. ♦