Euskal Memoriako blogak

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Gernika, ¿una marca más?

2017-12-29

Ingo Niebel - Periodista

Han pasado hace unos meses los actos conmemorativos del 80 aniversario de la destrucción de Gernika por la Legión Cóndor alemana y aún queda algo menos de medio año hasta la repetición de los mismos. Tiempo para hacer una reflexión sobre el símbolo par excellence de Euskal Herria y su significado.

Sí, al ir a buscar mercado para financiarla me di cuenta de que Gernika es una marca, el cuadro es conocido mundialmente, pero no saben la historia que hay detrás”, afirmaba el director de cine Koldo Serra, en una entrevista publicada en Deia (2016/9/1). Obviamente Serra tiene razón, porque Sony Productions financió su proyecto, alabado por los efectos especiales que recrean el bombardeo y visión obligada para adoctrinar a futuras generaciones de revisionistas: gracias a los guionistas, con su ataque la Legión Cóndor libera a los guerniqueses y a los protagonistas de Serra de la checa soviética y de la (en realidad inexistente) cárcel secreta en la Villa Foral. Ni a los propagandistas franquistas y nazis que negaron aquel crimen se les habría ocurrido semejante burrada. Los 110 minutos de Serra sirven asimismo como 110 bombas incendiarias para quemar todos aquellos trabajos que rescataron la verdad histórica sepultada entre las mentiras nazis y franquistas, la represión y los intereses políticos de los gobiernos alemán y español.

Pero la marca Gernika -como las marcas Athletic o Basque Country- se vende, con o sin Euskal Label. La cuestión es si la marca Gernika está convirtiéndose también en una especie de bula con la que ciudades alemanas pueden quitarse de encima el estigma nazi de su historia, siempre que hayan sufrido un bombardeo aéreo como la villa vasca. Una de ellas es Pforzheim, hermanada con Gernika desde 1989. Con motivo del pasado aniversario se inauguró una exposición de arte bajo el título Gernika-Pforzheim, un destino. ¿Acaso un destino común? Gernika no fue bombardeada porque aviones vascos hubieran destruido antes Pforzheim, sino que Pforzheim quedó destruida por la guerra que Hitler tenía ya en mente cuando envió la Legión Cóndor a la Península Ibérica. Lo mismo hay que decir de las otras dos ciudades que estaban presentes en los actos conmemorativos oficiales en Gernika, como son Dresde y Rostock.

Esta última quedó arrasada justamente un lustro después de la vasca. El 26 de abril de 1942, la Royal Air Force efectuó el tercero de los cuatro bombardeos nocturnos realizados contra la ciudad portuaria. El Bomber Command británico había elegido Rostock porque allí se encontraba la empresa Heinkel, conocida por fabricar aviones militares, como sus cazas He 51 y los prototipos del bombardero He 111, que intervinieron también en el ataque contra Gernika. En la villa foral corría la voz de que en septiembre una delegación guerniquesa visitaría Rostock. En vez de eso, el Ayuntamiento de Gernika tuvo que enviar en misión relámpago una representante a Wunstorf, donde nada menos que la Fuerza Aérea Alemana, la Luftwaffe, inauguró en su base aérea una piedra en honor a las víctimas del bombardeo de Gernika.

Reproducción de la obra de Pablo Picasso instalada en la villa foral. Foto: La Nación

En tiempos de Hitler varias tripulaciones y aviones de la escuadra allí destinada partían para el Estado español con la misión de participar también en la destrucción de la villa vizcaina. Durante décadas las Fuerzas Armadas de Alemania Occidental habían negado este extremo o se habían salido por la tangente. Por un lado el cambio de 180 grados se explica porque encaja en la reforma de la tradición militar que está llevando a cabo el Ministerio de Defensa alemán. Por otro lado, se debe a razones que radican en la política local de Wunstorf. Con el homenaje, el Ayuntamiento y la Escuadra de Transporte Aéreo 62, no solamente han zanjado el debate sobre Gernika y la responsabilidad alemana, sino que incluso lo han monopolizado, pues la piedra se halla dentro de la base aérea, que es de acceso restringido. Con su presencia en el acto, el Ayuntamiento de Gernika ha avalado no sólo ese gesto, sino también la política militar alemana, además de la de la Unión Europea y la de la OTAN, porque la LTG 62 es una pieza clave en ella. Con un "mientras nos respetan porque Madrid no lo hace", el Ayuntamiento guerniqués justifica su actitud en el caso de Wunstorf.

Esa mentalidad es la misma que la de Serra. Si es mayoritaria, tal vez conviene dejar todo tipo de trabajo científico y legal para recuperar la verdad histórica y pedir responsabilidades, porque sin duda dañan esa marca Gernika. Entonces habría que hablar más bien de precios, porque las bulas tampoco salen gratis. Así que Gernika estaría a la venta, como si se tratara de un pin anti-ultraderecha, actualmente muy en boga en las ciudades alemanas. La alternativa a la marca Gernika se halla respondiendo a estas preguntas: ¿Qué significa Gernika hoy? ¿Qué valores representa tanto para sus habitantes e instituciones como para el resto de Euskal Herria? ♦