Euskal Memoriako blogak

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El texto y el contexto (mentira e impunidad)

2018-01-05

Nekane Iturregi Aio - Periodista y bloguera

Se suceden, en estas últimas semanas, los homenajes en honor de las víctimas del franquismo (como la entrega de la Medalla de Oro de la Diputación de Gipuzkoa), y Aranzadi anuncia la publicación de un mapa interactivo -el Mapa de las Acciones sobre Memoria Histórica de Gipuzkoa-, que recoge las exposiciones, conferencias y acciones varias a favor de las víctimas organizadas por instituciones y asociaciones –más de 900, al parecer-. Inventarios digitales y homenajes que ocupan espacio en los informativos y portadas de los medios de comunicación. Por aquí y por allí la Memoria Histórica es un tema que está de moda. Además, se acaba de presentar, por fin, el “Proyecto de investigación de la tortura y malos tratos en el País Vasco entre 1960-2014”, con cifras escalofriantes aunque no sorprendentes, por esperadas.

Yo me pregunto cuánta de esta información llega al público en general, no al que ya está sensibilizado, sino al que vive su día a día como si la Historia fuera algo superado, un pasado que no le toca, y realmente cree habitar en el mejor mundo posible.  Algunos estudios dicen que una parte importante de la juventud actual no sabe quién fue Franco. Y el uso de la tortura en los interrogatorios, como modo efectivo de luchar contra los malos, se banaliza en teleseries estadounidenses (si alguien lo duda, que vea cualquier capítulo de Hawai 5.0).

La reflexión me ha llevado a acordarme de un profesor de Historia (Ciencias Sociales se llamaba entonces), un buen maestro que tuve en octavo de EGB. Su habilidad para que la chavalería de 13 años estuviera atenta y se interesara por la materia era encomiable. Movía las sillas, nos ponía en corro, organizaba juegos memorísticos con las fechas más importantes… Lo pasábamos muy bien, pero su mayor mérito no era tenernos entretenidos sino conseguir que entendiéramos los procesos, más allá de recordar el listado de hitos que iba marcando la época que tocara estudiar.

Don José Luis, que así se llamaba, nos explicaba lo que el libro de texto relataba, pero sobre todo, nos ponía en contexto. Era un buen narrador y sabía, mediante cuestiones que iba soltando mientras paseaba por el aula, implicarnos en el acontecimiento. Si tocaba, por ejemplo, estudiar la Revolución Francesa nos sentíamos parte de la masa popular que tomó la Bastilla porque nos transmitía su miseria, su desesperación, su hambre de justicia. Se trataba de entender quién estaba detrás de cada movimiento, de cada suceso, y por qué motivo ocurrían las cosas. Conocer el significado para que la información tenga sentido.

A mi estupendo profesor lo imagino jubilado, pero me gustaría saber cómo habría enfocado hoy en día el relato de la Transición y todo lo referente a la desmemoria, la memoria y la reivindicación de reparación. Con mucho contexto, supongo.

Liberación del campo de Dachau el 29 de abril de 1945. Foto: Hulton Archive publicada en bil.de 

No quiero parecer pesimista. Se avanza, sin duda, en la recuperación de voces y colores por años silenciados, pero cuando se han cumplido 42 años de la muerte del dictador aún se celebran misas en su memoria y se perpetúan monumentos franquistas que son una exaltación de la Dictadura (el Valle de los Caídos, por ejemplo, sigue siendo intocable).  No es casualidad.

Hace unos años, en un viaje por Alemania, visité el campo de concentración de Dachau o, para ser precisa, el Museo Conmemorativo en que han convertido el que fue el primer campo de concentración. Es un lugar magnífico para entender el horror del nazismo. Me impresionó todo: cada barracón y cada testimonio. Lo que más me ayudó en el acercamiento a la barbarie fue el apartado dedicado a los medios de comunicación. Las portadas de los periódicos anunciando la inauguración, por ejemplo. Sus argumentaciones engañosas y mezquinas sobre la “necesidad” de resocializar a personas que no se integraban en el intachable régimen nazi. Aquellos medios, sin duda prestigiosos en su momento, apoyaban la maquinaria terrorífica del exterminio y la vendían como oportunidad de reeducación para inadaptados. Eran colaboradores imprescindibles en la política del sometimiento.

La memoria es mucho más que un calendario de efemérides o un listado de nombres propios recuperados del olvido. Hay que hablar de la mentira sistemática, de la impunidad y de la complicidad de los medios de comunicación. Para interpretar Dachau, y para interpretar la Dictadura y la Transición. Para entender que el tormento no se castigue y que a algunos se les exija pedir perdón y a otros no. En política, las cosas no pasan porque sí. Alguien las hace ocurrir. Y otros muchos permiten que sucedan. La impunidad es materia imprescindible para interpretar el relato del sufrimiento. Sin el contexto, no se pude dotar de significado el texto. ♦