Euskal Memoriako blogak

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¿Hacia un tercer pacto de silencio?

2017-06-30

Ingo Niebel - Historiador y periodista

La pregunta me ha venido a la cabeza después de dos acontecimientos que han tenido lugar en este mes de junio. El primero sucedió en Busturia, donde una familia vasca, que tiene a dos hijos presos por razones políticas, dio el último adiós al padre homenajeando su vida de militante. Por ese motivo la asociación de víctimas Covite ha interpuesto una denuncia por supuesta "apología del terrorismo". Pocos días después, esta vez en Gernika, tuvo lugar otro homenaje, esta vez a unos ochenta gudaris de Gipuzkoa que murieron en el Hospital Militar penitenciario después de la Guerra Civil. En el acto participaron personas llevando uniformes de las milicias nacionalistas y portando armas de la época. No se tiene constancia de que fueran denunciadas por su intervención en el homenaje. No quiero ni pensar en la que se montaría política y legalmente si se celebrase un homenaje a todos los y las combatientes vascos de las diferentes épocas. La idea no es nada nueva porque en los años 70 no era extraño conmemorar a ambos grupos en un sólo cartel, como se ve en el que acompaña a este texto.  

Sin embargo, a mí me parece que simplemente excluir dicha idea es ya el primer paso hacia la firma del tercer pacto de silencio. Como sus dos anteriores no está escrito, sino impuesto por las circunstancias.

En 1936/1937 los golpistas vencedores obligaron en lares vascos a los vencidos a someterse al primer pacto de silencio bajo la brutal fuerza militar y el terror inflingido por los fusilamientos, las incautaciones y la humillación pública. El terror era tal que muchos entre los que se quedaron en los territorios conquistados optaron por callarse ante las imposiciones de la emergente dictadura. El silencio de plomo hizo que ni siquiera se atrevieran a preguntar por familiares desaparecidos. Otros intentaron hacer borrón, arreglándose de alguna forma con la nueva situación que no parecía tener alternativa. Entre ellos destacan los que se entregaron con vida y alma a la causa del "Caudillo".

Diametralmente opuestos, se sitúan aquellos otros, que seguían resistiendo y que más tarde servirían como referencia a una nueva generación que no había participado activamente en la Guerra Civil pero que estaba dispuesta a luchar con los medios de otra coyuntura contra el dictador fascista.

 

Imagen del libro "Das Baskenland im spanischen Bürgerkrieg 1936/37", Ingo Niebel, Bonn, Pahl-Rugenstein-Verlag, 2014 (Archivo Klaus Niebel) 

 

Dado que a partir de su muerte, en 1975, las fuerzas dominantes en el Estado español decidieron "reformar" el régimen franquista, en vez de abolirlo, necesitaban otro pacto de silencio. Este se basa en la aceptación de la monarquía parlamentaria, avalada por la Constitución del 78, la Ley de Amnistía y el silencio institucional sobre los autores y sus crímenes, el cual comprende la Guerra Civil, la Dictadura, la denominada "Transición" y los años posteriores en lo que se refiere a la violencia ejercida por estructuras de Estado.

Sobre esta base se ha construido un anexo o si se quiere el tercer pacto de silencio. Sus ejes principales son la Ley de Memoria Histórica, la Ley Mordaza y todos los delitos que se suman bajo la supuesta "apología del terrorismo". Aunque la primera declara ilegítimas las sentencias y las instituciones judiciales del franquismo, también hace la trampa: porque lo ilegítimo no quita legalidad ni al delito ni a la pena pedida por ello ni a su aplicación, en todo caso considera que el procedimiento y la institución no han sido las adecuadas.

Desde esta óptica muy particular de la jurisprudencia española, sigue siendo legal que un Consejo Militar acusara a Ramón de Azkue, siendo jefe del Euzko Gudarostea (organización de las milicias del PNV), de "rebelión militar" y que por eso se le condenase a muerte y se le ejecutase. La alternativa habría sido declarar ilegal todas las sentencias aplicadas por los Consejos de Guerra y el Tribunal de Orden Público, etc., tal y como se ha hecho en Alemania con todos los fallos dictados por dichos tribunales. Pero eso habría supuesto quitar al actual Estado español su razón de ser, ya que emanó del régimen franquista.

En consecuencia, todos aquellos que hoy en día se disfrazan de gudaris deberían tener muy presente que en el peor de los casos podrían seguir el camino de Azkue y otros, si en Madrid cambian de actitud. Por el momento, las FSE y determinados grupos civiles marcan, con la Ley Mordaza y las denuncias por "apología del terrorismo", el terreno, la forma y las personas que pueden ser homenajeadas, sin pasar por la Audiencia Nacional. Toleran la recreación de la batalla de las Intxortas, pero del almirante Luis Carrero Blanco no se puede hacer ni un chiste.

Así vamos derechos hacia el tercer pacto de silencio. ●