Euskal Memoriako blogak

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Desconfianza

2017-03-23

Joxerra Bustillo Kastrexana

Se habla mucho del relato, de la batalla del relato, de lo importante que es conseguir imponer una versión oficial de lo ocurrido en las últimas décadas, una versión en la que no haya matices, ni grises, en lo que todo se resuma en un final verdadero, con vencedores y vencidos, como debe de ser. No les conviene hilar demasiado fino, porque los hilos que tejen las verdades oficiales pueden acabar deshilachándose. Y entonces puede llegar a verse el auténtico rostro del monstruo que quiere aparentar ser la persona más bella sobre la tierra.

En los oscuros tiempos del franquismo el relato se escribía desde el gobierno civil de turno, que enviaba una nota de obligada publicación a todos los medios, ya de por sí dóciles a todo aquello que proviniese de los aledaños del Poder, así, con mayúsculas. Siempre que alguien caía acribillado en un control policial la versión oficial ponía las cosas en su sitio. El conductor del vehículo había intentado darse a la fuga, por tanto era un elemento peligroso. Los ciudadanos de bien no temen a los controles policiales, sino que se sienten arropados por los defensores del orden.

Tras la muerte de Franco, los mecanismos variaron algo en las formas pero muy poco en el fondo. Las versiones oficiales no eran ya de obligada publicación, pero el 99% de los medios se amparaban detrás de ellas para evitar dudas o equívocos entre la población. Cuando un manifestante caía muerto por el disparo de un policía, siempre se trataba de disparos al aire, con la intención de amedrentar a las masas enfurecidas que pretendían linchar a las fuerzas del orden. Por lo tanto, legítima defensa y a otra cosa.

La única vacuna efectiva contra semejante estado de cosas era la desconfianza ante las versiones oficiales, e incluso ante las versiones generalizadas en la prensa del establishment. Una desconfianza que había que ir cultivando desde muy joven para no caer en la trampa que te tendían los media empotrados en los aledaños del Poder. Una desconfianza total sobre la versión oficial sobre la muerte de Josu Zabala Salegi, o la de los cuatro militantes autónomos muertos en una emboscada en la bahía de Pasaia, o la de los mártires obreros del 3 de marzo en Gazteiz. Una desconfianza que te permite seguir respirando ante semejante emanación de gases tóxicos por parte de los defensores del Sistema, así, con mayúsculas.

Foto: oarsoaldea.hitza.eus

Y hay más. Aunque parezca sacado de un cuento mágico de Onetti es una historia real. Este mes de marzo se ha desarrollado en Donostia un Ciclo de Historia Militar organizado por la Subdelegación de Defensa de Gipuzkoa, con la colaboración de las unidades de la plaza y la asociación de historiadores “Miguel de Aramburu”. Un ciclo de eminente contenido cultural, dado que la exposición central se intitula “Cervantes, soldado de la infantería española” y ha servido de marco para la misma el Acuartelamiento de Loiola, sede del Regimiento de Infantería Ligera Tercio Viejo de Sicilia n.º 67. Una manera como otra cualquiera de ir apuntalando el relato.

Es de sobra conocido que la vacuna de la desconfianza aleja a la mayoría de la población de eventos como el citado, como la aleja de programas de televisión o periódicos tintados de azul en demasía. Son otros medios, menos sospechosos a primera vista, los que realizan la labor más fructífera en defensa del relato oficial, por medio de acontecimientos más populares, como algunas gestas deportivas, por ejemplo. Es innegable que ellos ganarán algunas batallas del relato, tienen medios abundantes para ello, pero si se usa con inteligencia la herramienta de la desconfianza ante lo oficial, por principio, es seguro que en el futuro también cosecharán alguna derrota. ●