Euskal Memoriako blogak

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También de pánico se puede morir

2017-03-09

Joseba Zabalza - Fotógrafo

El domingo 9 de enero de 1977, hacia la 13.30 horas, Juan Manuel Iglesias Sánchez se encontraba en una sala recreativa de la Alameda de las Llanas de Sestao, junto a la plaza del Kasko, con sus amigos esperando la hora para ir a comer a su casa, cuando la policía irrumpió en el local. Había cargado con dureza contra la manifestación que se había convocado  para reclamar la amnistía total de los presos políticos y en solidaridad con los empleados despedidos de Tarabusi, una empresa en la que trabajaban muchos vecinos de Sestao. Cuando entraron los "grises" golpeando a los presentes, huyó a la carrera y se introdujo en el portal número 21, contiguo a la sala. Al parecer la policía entró en el portal y varios testigos afirmaron que Juan Manuel fue golpeado. Desde el descansillo del primer piso salto por un ventanuco a un patio interior. Después volvió a saltar de nuevo a un patio contiguo, más abajo, con una caída de 3 metros. Allí fue donde se desplomó. 

Los vecinos de la casa se percataron más tarde de que había un muchacho tirado en el suelo. Lo recogieron y lo sacaron a la calle Villar y Villate por el portal número 2,  donde fue atendido por un médico que, aunque le practicó los primeros auxilios, un masaje cardíaco y el boca a boca, no pudo salvarle la vida. Aquella tarde el Gobernador Civil emitió un comunicado en el que afirmaba que la policía no había actuado por la zona aunque todo el pueblo fue testigo de que las cargas fueron constantes por todo el centro, dejando a varios vecinos hospitalizados.

Cuando los padres del joven, Mari Carmen y Juan Manuel, llegaron al hospital su hijo se encontraba en el depósito de cadáveres. Allí les recibió un Brigada de la Guardia Civil que tuvo que oír a Juan Manuel. "Le grité asesino, me daba igual si era él o sus amigos o compañeros, ellos habían matado a mi hijo". Desde allí fue conducido al frigorífico, donde desde un pequeño nicho sacaron la mitad del cuerpo de su hijo. Estaba amortajado, solo se le veía la cara, lo indispensable para poder identificarlo. 

Juan Manuel padre tiene muy vivo el recuerdo de su hijo y se queja de que sólo pudiese verle la cara. "Actuaron como si le hubiesen pegado. Está claro que no pude ver si tenía golpes, marcas de porrazos, de pelotazos o un tiro, porque aquellos disparaban muy fácilmente. Mi hijo murió de insuficiencia cardio-vascular, que es de lo que acabamos muriéndonos todos. Y si hubiese sido así... ¿Qué hizo que un chico de 15 años recién cumplidos muriese de un ataque fulminante al corazón?

La familia llegó a Euskal Herria desde Cortegana (Huelva) cuando Juan Manuel tenía 7 años de edad. Vivieron cuatro años en Araba y después se asentaron en Sestao. Juan Manuel padre era y es un hombre combativo que huyó de la miseria y del caciquismo andaluz, de despidos improcedentes y salarios de miseria. Su mujer Mari Carmen Sánchez casi no pudo conocer a su padre, un republicano fusilado en la guerra al que fueron a buscar a la mina para matarlo. Reconoce que su único hijo no fue buscado. "Yo no quería tener hijos porque veía lo que ocurría a mí alrededor y pensaba que era traer un esclavo al mundo. Vivíamos muy mal, con muchas carencias. Después, cuando nació, estaba encantado. Era un buen chico, educado, deportista, que me escuchaba con interés. Le contaba cosas del trabajo, de la lucha trabajadora, de lo que habíamos vivido. En ese aspecto, a pesar de su edad, era un chico concienciado", dice sin poder contener las lágrimas.

Homenaje a Juan Manuel en el lugar donde lo atendieron moribundo.

Los funerales y las huelgas en protesta por su muerte fueron nuevamente reprimidos por una policía que actuaba con total impunidad. Hubo 4 heridos graves trasladados a centros hospitalarios, entre ellos la niña de 6 años Cristina Aizpurua, que perdió la visión de uno de sus ojos al estallar una pelota de goma contra los cristales de su casa mientras cenaba con su abuelo, que también resultó herido.

En la extensa homilía preparada por el obispado de Bilbao para el funeral se habló muy poco de religión y mucho de las atrocidades que día a día soportaba el pueblo a manos de los diferentes cuerpos represivos. "Ante estos hechos, lamentamos que nuestro pueblo de Sestao esté padeciendo un estado de terror, al que no es acreedor bajo ningún concepto. (...) Cuando ayer visitamos a la familia, fue su misma madre la que nos comunico, cómo había visto el cadáver de su hijo y ciertamente no presentaba ninguna lesión externa. Sin embargo, la opinión general de nuestro pueblo es que en circunstancias normales Juan Manuel no hubiera muerto el domingo. La verdad es que el pueblo tiene serios motivos para pensar de esta forma, ya que también de pánico se puede morir".

La familia de Juan Manuel pide justicia. El Gobierno Vasco está investigando el caso. "Yo no quiero dinero, quiero justicia, que reconozcan que fue una represión injusta y desproporcionada, que la muerte de mi hijo fue por causa de la Policía. Si recibo una indemnización voy a donar la mitad del dinero a la organización "Sestao Gogoan", porque ese dinero es del pueblo. Le pasó a mi hijo pero le pudo haber pasado a cualquiera". ●